Planeta Sustentável

domingo, 19 de abril de 2009

Un cuento celta: El destino de los hijos de Lir

Irlanda fue, una vez hace mu­cho tiempo, escenario del encuen­tro de sus cinco reyes que se reu­nieron para determinar quién de ellos debía ser la cabeza reinante sobre todos los demás. El rey Lir de la Colina del Campo Blanco estaba convencido de que él sería el elegido. Sin embargo, cuando los nobles entraron en concilio, eligieron como rey supremo a Dearg, hijo de Daghda, porque su padre había sido un gran druida y él era el mayor de sus hijos.
Entonces Lir enfurecido, abandonó la asamblea de los reyes y se marchó a su castillo de la Colina del Campo Blanco.

Los demás reyes decidieron ir tras él para casti­garle a lanza y espada por no rendir la debida obediencia al hombre a quien habían otorgado la supremacía: pero Dearg, el nuevo rey, lo prohibió diciendo: "Es mejor que le atemos a nosotros por los lazos del parentesco, para que la paz reine duradera en esta tie­rra. Así pues, enviadle, para que escoja entre ellas esposa, a las tres doncellas de más hermosa figura y mejor reputación de Erin, las tres hijas de Oilell de Aran, mis propias tres florecillas".
Entonces los mensajeros llevaron a Lir noticia de que Dearg le daría una hija de sus hijos. A Lir le agradó, y al día siguiente se puso en marcha con cin­cuenta carros desde la Colina del Campo Blanco. Y llegó al lago del Ojo Rojo, cerca de Killaloe. Y cuando Lir hubo visto a las tres hijas de Oilell, el rey Dearg le dijo: "Escoge una de las doncellas, Lir".
"No sé," contestó Lir, "cuál es la mejor de todas ellas; pero la mayor es la más noble. Es a ella a quien tomaré".
"Sea como quieras", dijo el rey Dearg, "Ove es la mayor, y para ti será, si tú así lo deseas".
Y Lir y Ove se casaron, y volvieron a la Colina del Campo Blanco
Más tarde tuvieron dos gemelos, un hijo y una hija, y les dieron los nombres de Fingula y Aod. Y otros dos hijos vinieron tras ellos, Fiachra y Conn.

Pero Ove murió cuando éstos nacieron, por lo que Lir se condolió amargamente, y, de no ser por el gran amor que sentía hacia sus hijos, habría muerto de pena.
El rey Dearg se apenó tanto de la suerte de Lir, que le dijo: "Nos afligimos por Ove y por ti; y por ello y para que nuestra amistad continúe viva, te daré a su hermana, Oifa, por esposa".
Lir aceptó, y finalmente se unieron en matrimonio, y él la llevó a su castillo.
Al principio, Oifa sintió afecto y respeto por los hijos de Lir y su hermana, pues ciertamente, nadie que viese a los cuatro niños podía evitar darles todo el amor de su alma. Lir se desvivía por los niños, tanto que éstos dormían siempre en unas camas grandes frente a la de su padre, el cual solía levantarse con los primeros albores, cada mañana, para tenderse entre ellos. Pero, quizá debido a esto, pronto el dardo de los celos penetró el corazón de Oifa, que comenzó a mirar a los niños con odio y enemistad.

Un día mandó que le preparasen un carruaje, y montó en él, los cuatro hijos de Lir. Debía conducirlos al castillo del rey Dearg por deseo del propio rey.
Fingula no deseaba hacer aquel viaje con ella, porque había tenido un sueño la noche anterior que le advertía contra Oifa: pero no logró escapar a su destino.
Y así cuando la carreta llegó al Lago de Oaks, Oifa dijo a la gente de allí: "Matad a los cuatro hijos de Lir, y os daré, a cambio, cualquier tipo de recompensa que deseéis". Pero todos rehusaron y le dijeron que sus intenciones eran malignas.

Entonces, sintió deseos de tomar una espada y matar ella misma a los niños, pero su propio miedo y su debilidad se lo impidieron así que los llevó hasta el lago con la excusa de bañarse, y éstos hicieron lo que Oifa les dijo. Mas tan pronto como estuvieron dentro del lago, agitó sobre ellos una varita de Druida para encantamientos y conjuros, y les dio la forma de cua­tro hermosos cisnes, completamente blancos, y les cantó esta canción:
"Deslizaos sobre las salvajes olas,Hijos del rey,En adelante, vuestros sollozos se mezclaránCon los gritos de las aves".
A lo que Fingula contestó:
"¡Bruja! ¡Ahora sabemos lo que en verdad eres! Quieres que vaguemos de ola en ola. Pero de vez en cuando descansaremos sobre las islas
Nosotros recibiremos descanso, y tú serás castigada.Aunque nuestros cuerpos queden aquí en el lago,Nuestras mentes volarán a casa".
Y esto añadió: "Asigna un fin a la ruina y la desgra­cia que has traído sobre nosotros".
Oifa rió y dijo: “No seréis liberados, hasta que la mujer del Sur se una al hombre del Norte; hasta que Lairgnen de Connaught se case con Deoch de Munster. Nadie tendrá poder para sacaros de esas formas. Vagaréis sobre los lagos y arroyos de Erin durante novecientos años. Y solamente esto os concederé: conservaréis vuestro propio habla, y no habrá música en el mundo que iguale a la vuestra, a la lastimera música que vosotros cantaréis". Lo que dijo quizá al sentirse algo arrepentida por el enorme mal que había hecho.
Y entonces entonó esta canción:
“Lejos de mí, hijos de Lir Juguetes de los vientos desde ahora; Hasta que Lairgnen y Deoch se unan, Hasta que os halléis al noroeste de la Roja Erin. Una espada traicionera atraviesa el corazón de Lir, De Lir, el poderoso campeón, Y aunque yo he empuñado la espada, Mi victoria me hiere el corazón también a mí”.

Después hizo girar a sus caballos y continuó su viaje a la morada del rey Dearg.
Cuando llegó, los nobles de la corte le pregunta­ron dónde estaban los hijos de Lir, y Oifa les respon­dió:
—Lir no quiere confiarlos al rey Dearg.
Pero Dearg sospechó, en silencio, que la mujer les había jugado alguna traición y, de acuerdo con sus temores envió mensajeros a la corte del Campo Blanco. Lir preguntó a los mensajeros:
—¿Para qué habéis venido?
—Para recoger a tus hijos, Lir —dijeron.
—¿No han llegado a vuestra corte con Oifa? —preguntó extrañado Lir.
—No —replicaron los mensajeros— Oifa dijo que tú no habías dejado a los niños ir con ella.

Lir, al oír tales cosas, sintió una melancolía y tris­teza profundas en su corazón, porque supo que Oifa había hecho algún mal a los niños, e inmediatamente partió hacia el Lago del Ojo Rojo.
Y cuando los hijos de Lir le vieron venir, Fingula cantó esta canción:
“Bienvenida sea la cabalgata de corceles Que aproximándose está al Lago del Ojo Rojo, Mágica y afligida compañía Sin duda andando en nuestra busca. Deslicémonos hasta la orilla, oh Aod, Fiachra y querido Conn Ninguna hueste bajo el cielo pueden aquellosjinetes ser sino el rey Lir con su poderoso séquito”.
El rey Lir, alcanzando la orilla, escuchó a aquellos cisnes hablar con voces humanas. Y, dirigiéndose a ellos, les preguntó quiénes eran. Fingula le respondió diciendo: “Somos tus pro­pios hijos, traicionados por tu esposa, hermana de nuestra propia madre, a causa de su mente malévola y de sus celos”.

“¿Cuánto tiempo ha de durar este conjuro sobre vosotros?”, inquirió angustiado Lir.
“Nadie puede liberarnos hasta que la mujer del Sur se una al hombre del Norte; hasta que Lairgnen de Connaught se case con Deoch de Munster”.
Entonces. Lir y su gente elevaron al cielo gritos de pena, sollozos y lamentaciones y permanecieron junto a la orilla escuchando la melancólica melodía de los cisnes hasta que al fin se alejaron volando, y el rey Lir emprendió de nuevo su marcha a la corte del rey Dearg. Allí contó lo que Oifa había hecho a sus hijos. Dearg utilizó su poder sobre Oifa y le ordenó que dijera qué forma en el mundo le parecía la más fea de todas. Ella contestó que la forma de un demonio del aire.

“En esa forma, pues, te convertiré”, dijo el rey Dearg, y agitando sobre ella su varita de Druida para encantamientos y conjuros, le hizo tomar la forma de un demonio del aire. Ella se fue volando al instante, y todavía hoy es un demonio del aire y eso será para siempre jamás.
Los hijos de Lir continuaron deleitando a los cla­nes Milesianos con la mágica dulzura de la armonía de sus canciones, y nunca se oyó en Erin melodía alguna que se pudiese comparar con aquella música, hasta que llegó el tiempo señalado para ellos de abandonar el lago del Ojo Rojo. Entonces Fingula declamó esta canción de partida:
“¡Adiós, rey Dearg, Señor de la sabiduría druídica! ¡Adiós padre querido, Lir de la Colina del Campo Blanco! Vamos a pasar el tiempo asignado, Lejos de las moradas de los hombres, en la corriente del Moyle, Amarga y salobre será nuestra suerte, ¡Hasta que Deoch venga a Lairgnen! Venid pues, hermanos, una vez de mejillas sonrosadas; Partamos de este Lago del Ojo Rojo Y separémonos, con tibieza, de la tribu que os ha amado”. Y emprendieron su vuelo; y volaron altos, ligeros, etéreos, hasta que alcanzaron el Moyle, entre Erin y Albain.

Los hombres de Erin se apenaron por su partida, y desde entonces, se proclamó, a lo largo y ancho de Erin, que jamás sería matado ningún cisne.
Los hijos de Lir se alejaron completamente solos, volando llenos de frío, de pena y de nostalgia, hasta que un día una fuerte tempestad se desató sobre ellos, y Fingula gritó:
—Hermanos, designemos un lugar para volver a encontrarnos, si la fuerza de los vientos nos separara.
Y ellos le contestaron:
—Escojamos para encon­trarnos, oh hermana, la Roca de las Focas.
Entonces las olas se levantaron y el trueno bramó, los relámpa­gos resplandecieron, y la tempestad barrió la superfi­cie de las aguas, de modo que los hijos de Lir se vieron disparados por el ancho mar. Después de aquella gran tempestad vino, no obstante, una calma plácida, y Fingula, encontrándose sola entonó esta canción:
“¡Ay de mí, que todavía estoy viva! El hielo ha pegado mis alas al costado. Oh, mis tres amados, oh, mis tres amados, Que bajo el abrigo de mis plumas se escondían Hasta que los muertos vuelvan a los vivos. A los tres jamás volveré a encontrar!”.

Y emprendió el vuelo a la Roca de las Focas, donde al instante vio a Conn viniendo hacia ella con paso torpe y las plumas empapadas, y también a Fiachra, fría, mojada y fatigada; no podían decir una sola palabra, de lo ateridos y agotados que estaban: pero Fingula los cobijó para calentarlos bajo sus alas
Y les dijo:
—Si Aod estuviera con nosostros ahora, nuestra felicidad sería más completa.
Más al poco vieron a Aod venir hacia ellos con la cabeza seca y las plumas arregladas. Fingula lo puso bajo el plumón de su pecho, a Fiachra bajo su ala derecha, y a Conn bajo la izquierda, y entonaron este canto:
“Mala fue nuestra madrastra con nosotros, Utilizó su magia maligna, Enviándonos al norte, al ancho mar En la forma de cisnes mágicos. Nuestro baño en la orilla del lago Es la espuma de la marea de saladas crestas Nuestra parte de la fiesta de la cerveza Es la salmuera del mar de azules crestas”.

Un buen día vieron una espléndida cabalgata de corceles blancos como la nieve venir hacia ellos, y, cuando se acercaron, conocieron que eran los dos hijos del rey Dearg que habían estado prestándolos durante largas jornadas para darles noticias del rey y de Lir, su padre.
—Ellos están bien —les dijeron— viven unidos, y serían completamente felices si vosotros estuvieseis con ellos, o si al menos supieran a dónde habéis ido desde el día en que abandonasteis el Lago del Ojo Rojo.
—¡Nosotros no somos felices! —exclamó Fingula, y cantó esta canción:
”Esta noche son felices en la casa de Lir, Abundantes son su comida y su vino. Pero los hijos de Lir —¿qué ha sido de ellos Plumas tenemos por ropas de cama, Y por toda comida y vino La Blanca arena y la amarga salmuera, La cama de Fiachra y el lugar de Conn Bajo el abrigo de mis alas en el Moyle, De mi pecho tiene Aos su techo Y así todos juntos descansamos”.
Y los hijos del rey Dearg volvieron a la corte de Lir y contaron al rey la situación de sus hijos.
Al fin se acercaba el día para que los hijos de Lir cumplieran con su suerte. Volaron por la corriente del Moyle hasta la Bahía de Erris, y permanecieron allí hasta el momento de su lejano destino.

Una vez cumplido, viajaron hasta la Colina del Campo Blanco y lo encontraron todo desolado y vacío, sin nada más que verdes muros sin techo y sel­vas de ortigas. Ninguna casa, ni fuego, ni lugar habi­tado. Los cuatro se aproximaron más, y elevaron tres gritos de lamentación, y Fingula cantó:
“Es amargo para mi corazón Ver la morada de mi padre abandonada ¿Dónde están las jaurías de perros? ¿Dónde las mujeres y los valientes reyes? ¿Dónde los cuernos de vino y las tazas de madera? Ya nadie bebe en sus luminosos salones. Por el estado de esta casa veo Que su señor, nuestro padre ya no vive. Mucho hemos sufrido en nuestros años errantes, Flagelados por los vientos, helados por el frío; Ahora ha llegado el mayor de nuestros dolores. No hay hombre que nos conozca en la casa donde nacimos”.
Entonces, los hijos de Lir volaron a la Isla de la Gloria de Brandan el santo, y se establecieron en el Lago de los Pájaros hasta que el santo Patrick vino a Irlanda y el santo Mac Howg llegó también a la Isla de la Gloria.
Y la primera noche que Mac Howg pasó en la isla, los hijos de Lir oyeron la voz de su campana tañir por maitines, y se sobresaltaron llenos de terror; y los hermanos pidieron a Fingula una explicación.
—¿Qué es eso, queridos hermanos? —dijo—. No sabéis qué es ese sonido apagado y tembloroso que hemos oído.
Y recitó esta canción:
“Escuchad la campana del Clérigo, Plegad vuestras alas y elevad Gracias a Dios por su venida Agradeced haberlo oído, El os liberará de vuestro dolor, Y os llevará lejos de las rocas y piedras. Amados hijos de Lir Escuchad la campana del Clérigo”.
Y Mac Howg descendió hasta la orilla del lago y les preguntó:
—¿Sois vosotros los hijos de Lir?
—Ciertamente, lo somos —aseguraron.
—¡Gracias a Dios! —dijo el santo— Es por vosotros por quienes he venido hasta esta isla, más lejana que ninguna otra isla de Erin. Descended a tierra ahora, y depositad vuestra confianza en mí.

Ellos se posaron en tierra, y él hizo unas cadenas de brillante plata blanca, y puso una entre Aod y Fin­gula, y otra entre Conn y Fiachra.
Sucedía que en aquel tiempo Lairgnen, príncipe de Connaught, iba a casarse con Deoch, la hija del rey de Murister. Ella, que había oído la historia de los cis­nes y sentía un gran amor y afecto por ellos, había dicho que no contraería matrimonio hasta que tuvie­ra a los cisnes errantes de la Isla de la Gloria a su lado. Lairgnen envió por ellos al santo Mac Howg. Pero el santo no quiso entregarlos, y Lairgnen y Deoch fue­ron ambos a la Isla de la Gloria. Y Lairgnen fue a coger a los pájaros del altar: pero, tan pronto como puso sus manos en ellos, sus abrigos de plumas se desprendieron de sus cuerpos y los tres hijos de Lir se convirtieron en tres hombres ancianos, huesudos y marchitos y Fingulla entonó esta canción:
“Ven y bautízanos, oh clérigo, limpia nuestras manchas. Hoy veo nuestra tumba: Fiachra y Conn, uno a cada lado, Y en mi regazo, entre mis brazos, situad a Aod, mi bello hermano”.

Después de esto, los hijos de Lir fueron bautiza­dos. Y entonces murieron, y fueron enterrados tal como Fingula había dicho; Fiachra y Conn a cada uno de sus lados, y Aod delante de ella. Se levantó un túmulo de piedras sobre ellos, y en él se escribieron sus nombres en caracteres rúnicos. Tal que fue el destino de los hijos de Lir.

MITOLOGIA EGÍPCIA

Os deuses do antigo Egito, foram Faraós que reinaram no período pré dinástico. Assim, os mitos foram inspirados em histórias que aconteceram de verdade, milhares de anos antes de sua criação.
Para a cultura do antigo Egito o casamento consangüíneo tinha o sentido de complementaridade, unir céu e terra, seco e úmido, por essa razão diversos deuses eram irmãos que se casavam entre si.
Osiris foi o primeiro Faraó e, que com o passar do tempo foi divinizado. Seu reinado em vida marcou uma época de prosperidade e ao morrer passou a ser o soberano do reino dos mortos.
Os deuses egípcios eram representados ora sob forma humana, ora sob forma de animais, considerados sagrados. O culto de tais animais era um aspecto importante da religião popular dos egípcios. Os teólogos oficiais afirmam que neles encarnava-se uma parcela das forças espirituais e da personalidade de um ou mais deuses. Deve ser entendido que o "deus" não residia em cada vaca ou em cada crocodilo. O culto era dirigido a um só indivíduo da espécie, escolhido de acordo com determinados sinais e entronizado num recinto especial. Ao morrerem, os animais sagrados eram cuidadosamente mumificados e sepultados em cemitérios exclusivos.



OS DEUSES EGÍPCIOS



NUN, é a divindade mais primitiva do panteão de Heliópolis. Personificava o abismo líquido ou as águas primordiais, a partir do qual todo o mundo foi criado; é a divindade mais velha e sábia de todas. Era representado como um homem barbado, com uma pena na cabeça e portando um cajado. É uma divindade bissexual e à vezes masculino. Nun gerou Atun ( o sol nascente ) e Re ou Rá ( o sol do meio dia ).


ATUN, Uma das manifestações do deus sol, especialmente ao entardecer, original de Heliópolis, era representado por um homem barbado usando a coroa dupla do faraó e menos freqüentemente, como uma serpente usando as duas coroas do Alto e do Baixo Egito. Era considerado o rei de todos os deuses, aquele que criou o universo. É o mesmo deus Rê ou Rá que gerou Shu o ar e Tefnut a umidade. Atun e Rê ou Rá, foram mais tarde unidos ao deus carneiro de Tebas Amon e ficou conhecido pelo nome de Amon-Rê ou Amon-Rá.



AMON, o deus-carneiro de Tebas, rei dos deuses e patrono dos faraós, ele é o senhor dos templos de Luxor e Karnac. Tem por esposa Mut e por filho Khonsu. Passou a ser cultuado por volta de 2000 a.C. e traz algumas funções de Rá, sob o nome de Amon-Rê ou Amon-Rá, o criador dos deuses e da ordem divina. Ele é o sol que dá vida ao país. À época de Ramsés III. Amon tornou-se um título monárquico, mesmo título que Ptah e Rá. Freqüentemente representado como um homem vestido com a túnica real e usando na cabeça duas altas plumas do lado direito, ele se manifesta, igualmente, sob a forma de um carneiro e, mais raramente, de um ganso.



RÁ ( ou Rê), o criador dos deuses e da ordem divina, recebeu de Nun seu pai (mãe) o domínio sobre a Terra, mas o mundo não estava completamente acabado. Rá se esforçou tanto para terminar o trabalho da criação que chorou. De suas lágrimas, que banharam o solo, surgiram os seres humanos, masculinos e femininos. Eles foram criados como os deuses e os animais e Rá tratou de fazê-los felizes, tudo o que crescia sobre os campos lhes foi dado para que se alimentassem, não deixava faltar o vento fresco, nem o calor do sol, as enchentes ou as vazantes do Nilo. Como era considerado o criador dos homens, os egípcios denominavam-se o "rebanho de Rá". O deus nacional do Egito, o maior de todos os deuses, criador do universo e fonte de toda a vida, era o Sol, objeto de adoração em qualquer lugar. A sede de seu culto ficava em Heliópolis, o mais antigo e próspero centro comercial do Baixo Egito. Na Quinta Dinastia Rá, o Deus-Sol de Heliópolis, tornou-se uma divindade do estado. Foi retratado pela arte egípcia sob muitas formas e denominações e era também representado por um falcão, por um homem com cabeça de falcão ou ainda, mais raramente, por um homem. Quando representado por uma cabeça de falcão estabelecia-se uma identidade com Hórus, outro deus solar adorado em várias partes do país desde tempos remotos.


SHU, é o deus do ar e da luz, personificação da atmosfera diurna que sustenta o céu. Tem a tarefa de trazer Rá, o deus Sol, seu pai, e o faraó à vida no começo de cada dia. É representado por um homem barbado usando na cabeça uma pena simples ou quatro longas plumas. É a essência da condição seca, do gênero masculino, calor, luz e perfeição. Aparece frequentemente nas pinturas, como um homem segurando Nut, a deusa do céu, para separá-la de Geb, o deus da Terra. Com Tefnut, sua esposa, formava o primeiro par de divindades da enéade de Heliópolis. Era associado ao Leão.


TEFNUT, considerada a deusa da umidade vivificante, que espera o sol libertar-se do horizonte leste para recebê-lo e não há seca por onde Tefnut passa. A deusa é irmã e mulher de Shu. É o símbolo das dádivas e da generosidade. Ela é retratada como uma mulher com a cabeça de uma leoa, indicando poder. Shu afasta a fome dos mortos, enquanto Tefnut afasta a sede. Shu e Tefnut são os pais de Geb e Nut.


NUT, deusa do céu que acolhe os mortos no seu império, é muitas vezes representada sob a forma de uma vaca. Com o seu corpo alongado, coberto por estrelas, forma o arco da abóbada celeste que se estende sobre a terra. É como um abraço da deusa do céu sobre Geb, o deus da Terra. Nut e Geb são pais de Osiris, Isis, Seth, Néftis e Hathor. Osiris e Isis já se amavam no ventre da mãe e a maldade de Seth, logo ficou evidente, quando ao nascer, este rasgou o ventre da mãe.


GEB, o deus da Terra é irmão e marido de Nut. É o suporte físico do mundo material, sempre deitado sob a curva do corpo de Nut. Ele é o responsável pela fertilidade e pelo sucesso nas colheitas. Ele estimula o mundo material dos indivíduos e lhes assegura enterro no solo após a morte. Geb umedece o corpo humano na terra e o sela para a eternidade. Nas pinturas é sempre representado com um ganso sobre a cabeça.


OSÍRIS, irmão e marido de Isis, pai de Hórus. A origem de Osíris consta nos relatos da criação do mundo, sua geração é a ultima a acontecer e não representa mais os elementos materiais (espaço, luz, terra, céu...). Na lenda, que evoca o retorno da vida com a cheia do Nilo, após o período da seca, Osíris é morto, destruído e ressuscitado, representando a morte e renascimento da vegetação e de todos os seres. Por essa razão, ele é o deus dos mortos e do renascimento, rei e juiz supremo do mundo dos mortos. Acredita-se que ele tenha sido o primeiro Faraó e que ensinou aos homens as artes da agricultura e da civilização.



ÍSIS, é a mais popular de todas as deusas egípcias, considerada a deusa da família, o modelo de esposa e mãe, invencível e protetora. Usa os poderes da magia para ajudar os necessitados. Ela criou o rio Nilo com as suas lágrimas. Conta a lenda que, após a morte de Osíris, ela transforma-se em um milhafre para chorá-lo, reúne os pedaços de seus despojos, se empenha em reanima-lo e dele concebe um filho, Horus. Ela defende com unhas e dentes seu rebento contra as agressões de seu tio Seth. Perfeita esposa e mãe ela é um dos pilares da coesão sócio-religiosa egípcia. Usa na cabeça um assento com espaldar (trono) que é o hieróglifo de seu nome.


SETH, personifica a ambição e o mal. Considerado o deus da guerra e Senhor do Alto Egito durante o domínio dos Hicsos, tinha seu centro de culto na cidade de Ombos. Embora inicialmente fosse um deus benéfico, com o passar do tempo tornou-se a personificação do mal. Era representado por um homem com a cabeça de um tipo incerto de animal, parecido com um cachorro de focinho e orelhas compridas e cauda ereta, ou ainda como Tífon, um animal imaginário formado por partes de diferentes seres, com a cabeça de um bode, orelhas grandes, como um burro. Associavam-no ao deserto aos trovões e às tempestades. Identificado com o lado negativo da lenda, a luta entre Osiris e Seth era a luta da terra fértil contra a areia do deserto.


NÉFTIS, é a esposa de Seth, mas quando este trai e assassina Osíris, por quem era apaixonada, ela permanece solidária à Isis, ajudando-a a reunir os membros espalhados do defunto e também tomando a forma de um milhafre para velá-lo e chorá-lo. Como Isis, ela protege os mortos, sarcófagos e um dos vasos canopos. O hieróglifo de seu nome é um cesto colocado sobre uma coluna, que usa na cabeça,. É ainda na campanha de Isis que ela acolhe o sol nascente e o defende contra a terrível serpente Apófis.

HÁTOR, personificação das forças benéficas do céu, depois de Isis, é a mais venerada das deusas. Distribuidora do amor e da alegria, deusa do céu e protetora das mulheres, nutriz do deus Hórus e do faraó, patrona do amor, da alegria, da dança e da música. Também é a protetora da necrópole de Tebas, que sai da falésia para acolher os mortos e velar os túmulos. Seu centro de culto era a cidade de Dendera, mas havia templos dessa divindade por toda parte. É representada na forma de uma mulher com chifres de vaca e disco solar na cabeça, uma mulher com cabeça de vaca ou por uma vaca que usava um disco solar e duas plumas entre os chifres. As vezes é retratada por um rosto de mulher visto de frente e provido de orelhas de vaca, a cabeleira separada em duas abas com as extremidades enroladas.

HÓRUS, filho de Isis e Osíris, Horus teve uma infância difícil, sua mãe teve de escondê-lo de seu tio Seth que cobiçava o trono de seu pai Osiris. Após ter triunfado sobre Seth e as forças da desordem, ele toma posse do trono dos vivos; o faraó é sua manifestação na terra. Ele é representado como um homem com cabeça de falcão ou como um falcão, sempre usando as duas coroas do Alto e Baixo Egito. Na qualidade de deus do céu, Hórus é o falcão cujos olhos são o sol e a lua. Com o nome de "Horus do horizonte", assume uma das formas do sol, a que clareia a terra durante o dia. Mantenedor do universo e de todo tipo de vida, Horus era adorado em todo lugar. Ele é considerado o mais importante de todos os deuses, aquele que guia as almas até o Dwat ( Reino dos Mortos ).


ANÚBIS, filho de Seth e Néftis, é o mestre dos cemitérios e o patrono dos embalsamares. É na realidade o primeiro entre eles, a quem se deve o protótipo das múmias, a de Osíris. Todo egípcio esperava beneficiar-se em sua morte do mesmo tratamento e do mesmo renascimento desta primeira múmia. Anúbis também introduz os mortos no além e protege seus túmulos com a forma de um cão, vigilante, deitado em uma capela ou caixão. Anúbis era também associado ao chacal, animal que freqüentava as necrópoles e que tem por hábito desenterrar ossos, paradoxalmente representava para os egípcios a divindade considerada a guarda fiel dos túmulos. No reino dos mortos, era associado ao palácio de Osiris, na forma de um homem com cabeça de cão ou chacal, era o juiz que, após uma série de provas por que passava o defunto, dizia se este era justo e merecia ser bem recebido no além túmulo ou se, ao contrário, seria devorado por um terrível monstro, Amut. Anúbis tinha seu centro de culto em Cinópolis.

TOTH, divindade à qual era atribuída a revelação ao homem de quase todas as disciplinas intelectuais, a escrita, a aritmética, as ciências em geral e a magia. Era o deus-escriba e o deus letrado por excelência. Havia sido o inventor da escrita hieroglífica e era o escriba dos deuses; senhor da sabedoria e da magia. O que faz dele o patrono dos escribas que lhe endereçam uma prece antes de escrever. "Mestre das palavras divinas". Preside a medida do tempo, o disco na cabeça é a lua, cujas fases ritmam os dias e as noites. Representado como um íbis ou um homem com cabeça de íbis, ou ainda um babuíno.


MAÁT, esta deusa, que traz na cabeça uma pluma de avestruz, representa a justiça e a verdade, o equilíbrio, a harmonia do Universo tal como foi criado inicialmente. É também a deusa do senso de realidade. Filha de Rá e de um passarinho que apaixonando-se pela luminosidade e calor do Sol, subiu em sua direção até morrer queimado. No momento da incineração uma pena voou. Era Maat. É a pena usada por Anúbis para pesar o coraçáo daqueles que ingressam no Dwat. Em sociedade, este respeito pelo equilíbrio implica na prática da equidade, verdade, justiça; no respeito às leis e aos indivíduos; e na consciência do fato que o tratamento que se inflige aos outros pode nos ser infligido. É Maát, muito simbolicamente, que se oferece aos deuses nos templos. Protetora dos templos e tribunais.


PTAH, deus de Mênfis que foi a capital do Egito no Antigo Império, Ptah é "aquele que afeiçoou os deuses e fez os homens" e "que criou as artes". Concebeu o mundo em pensamento e o criou por sua palavra. Seu grande sacerdote chama-se "o superior dos artesãos". É, realmente, muito venerado pelos trabalhadores manuais, particularmente pelos ourives. Tem o préstimo dos operários de Deir el-Medineh. Apresenta-se com uma vestimenta colante que lhe dá a impressão de estar sem pescoço e usando na cabeça uma calota. Tem como esposa a deusa Sekhmet e por filho Nefertum, o deus do nenúfar ( plantas aquáticas ).


SEKHMET, uma mulher com cabeça de leoa, encimada pelo disco solar, era uma de suas representações que, por sua vez, simbolizava os poderes destrutivos do Sol. Embora fosse uma leoa sanguinária, também operava curas e tinha um frágil corpo de moça. Era a deusa cruel da guerra e das batalhas e tanto causava quanto curava epidemias. Essa divindade feroz era adorada na cidade de Mênfis. Sua juba ( dizem os textos ) era cheia de chamas, sua espinha dorsal tinha a cor do sangue, seu rosto brilhava como o sol... o deserto ficava envolto em poeira, quando sua cauda o varria...



BASTET, uma gata ou uma mulher com cabeça de gata simbolizava a deusa Bastet e representava os poderes benéficos do Sol. Seu centro de culto era Bubástis, cujo nome em egípcio ( Per Bast ) significa a casa de Bastet. Em seu templo naquela cidade a deusa-gata era adorada desde o Antigo Império e suas efígies eram bastante numerosas, existindo, hoje, muitos exemplares delas pelo mundo. Quando os reis líbios da XXII dinastia fizeram de Bubástis sua capital, por volta de 944 a.C., o culto da deusa tornou-se particularmente desenvolvido.


KHNUM, um dos deuses relacionados com a criação era simbolizado por um carneiro, animal considerado excepcionalmente prolífico pelos egípcios. Segundo a lenda, o deus Khnum, um homem com cabeça de carneiro, era quem modelava, em seu forno de oleiro, os corpos dos deuses e, também, dos homens e mulheres, pois plasmava em sua roda todas as crianças ainda por nascer. Principal deus da Ilha Elefantina, localizada ao norte da primeira catarata do Nilo, onde as águas são alternadamente tranquilas e revoltas. Tem duas esposas Anuket (águas calmas) e Sati ( a inundação). Um dos velhos deuses cósmicos, é descrito como autor das coisas que são, origem das coisas criadas, pai dos pais e mãe das mães. Sua esposa Anuket ou Heqet, deusa com cabeça de rã, também era associada à criação e ao nascimento.


SEBEK, um crocodilo ou um homem com cabeça de crocodilo representavam essa divindade aliada do implacável deus Seth. O deus-crocodilo, era venerado em cidades que dependiam da água, como Crocodilópolis, seu centro de culto, na região do Faium, onde os sáurios eram criados em tanques e adornados com jóias, eram protegidos, nutridos e domesticados. Um homem ferido ou morto por um crocodilo era considerado privilegiado. A adoração desse animal foi sobretudo importante durante o Médio Império.


TUÉRIS, (Taueret ) era a deusa-hipopótamo que protegia as mulheres grávidas e os nascimentos. Ela assegurava fertilidade e partos sem perigo. Adorada em Tebas, é representada em inúmeras estátuas e estatuetas sob os traços de um hipopótamo fêmea erguido, com patas de leão, de mamas pendentes e costas terminadas por uma espécie de cauda de crocodilo. Além de amparar as crianças, Tueris também protegia qualquer pessoa de más influências durante o sono.


KHEPRA, (escaravelho, em egípcio) ou um homem com um escaravelho no lugar da cabeça também representavam o deus-Sol. Nesse caso o besouro simbolizava o deus Khepra e sua função era nada menos que a de mover o Sol, como movia a bolazinha de excremento que empurrava pelos caminhos. Associados à idéia mitológica de ressurreição, os escaravelhos eram motivo freqüente das peças de ourivesaria encontradas nos túmulos egípcios.

ÁPIS, o boi sagrado que os antigos egípcios consideravam como a expressão mais completa da divindade sob a forma animal e que encarnava, ao mesmo tempo, os deuses Osíris e Ptah. O culto do boi Ápis, em Mênfis, existia desde a I dinastia pelo menos. Também em Heliópolis e Hermópolis este animal era venerado desde tempos remotos. Essa antiga divindade agrária, simbolizava a força vital da natureza e sua força geradora.

BABUINO ou cinocéfalo é um grande macaco africano, cuja cabeça oferece alguma semelhança com os cães. No antigo Egito este animal estava associado ao deus Thoth, considerado o deus da escrita, do cálculo e das atividades intelectuais. Era o deus local em Hermópolis, principal cidade do Médio Egito. Deuses particularmente numerosos parecem ter se fundido no deus Thoth: deuses-serpentes, deuses-rãs, um deus-íbis, um deus-lua e este deus-macaco.

Í BIS, uma ave pernalta de bico longo e recurvado. Existe uma espécie negra e outra de plumagem castanha com reflexos dourados, mas era o íbis branco, ou íbis sagrado, que era considerado pelos egípcios como encarnação do deus Thoth. Esta ave tem parte da cabeça e todo o pescoço desprovido de penas. Sua plumagem é branca, exceto a da cabeça, da extremidade das asas e da cauda, que é muito negra. Um homem com cabeça de íbis, era outra das representações daquele deus.

APÓFIS, a serpente que habitava o além-túmulo, representava as tempestades e as trevas. É descrita no chamado Livro de Him no Inferno, uma obra que narra a viagem do deus-Sol pelo reino das sombras durante a noite. Nessa jornada, enquanto visitava o reino dos mortos, a divindade lutava contra vários demônios que tentavam impedir sua passagem. As serpentes estavam entre os adversários mais perigosos e o demônio líder de todos eles era Apófis a grande serpente.

A mitologia egípcia inclui muitos deuses e deusas, entretanto, geralmente representam o mesmo conjunto de forças e arquétipos. O grupo acima descrito, resume de modo satisfatório o grande panorama da religião egípcia que perdurou durante milênios.

De onde vem a expressão [sexta-feira 13]?

A supertição que ronda o número 13 é, sem dúvida, uma das mais populares. Sua origem é pagã, e não cristão, como muitos pensam, e remonta a duas lendas da mitologia nórdica.
De acorda com a primeira delas, houve no Valhalla , a morada dos deuses nórdicos, um banquete para o qual doze divindades foram convidadas.
Loki, deus do fogo, ficou enciumado por não ter sido chamado e armou uma cilada: ludibriou um deus cego para que este ferisse acidentalmente o deus solar Baldur, que era o favorito de seu pai, Odin, o deus dos deuses.
Daí surgiu a idéia de que reunir treze pessoas para um jantar era desgraça na certa.
A associação com a sexta-feira vem da Escandinávia e refere-se a Frigga, a deusa da fertilidade e do amor.
Quando as tribos nórdicas e alemãs foram obrigadas a se converter ao cristianismo, a lenda transformou Frigga em bruxa, exilada no alto de uma montanha.
Dizia-se que, para se vingar, ela se reunia todas as sextas-feiras com outras onze bruxas e o demônio, num total de treze entes, para rogar praga sobre os humanos.
Isso serviu para incitar a raiva e a animosidade das pessoas contra Frigga, embora nem se quer existissem figuras malignas como o Diabo nessas culturas.
Como a sexta-feira era um dia sagrado à deusa e, portanto, ao feminino, o advernto ao patriarcado fez com que esse dia fosse o escolhido para ser dia amaldiçoado, como tudo o que dizia respeito às mulheres – a menstruação, as formas arredondadas, a magia, o humor cíclico, o pensamento não-linear etc.
A Última Ceia, portanto, é uma posterior releitura dos mitos originais, onde havia 13 à mesa, às vésperas da crucificação de Jesus, que ocorreu em uma sexta-feira.
O 13o convidado teria sido o traidor causador da morte de Jesus, exatamente como Loki foi o causador da morte do filho de deus.
A idéia do 13 como indicio de má sorte surge da concepção que o judaico-cristianismo tem da morte, que não é, necessariamente, a idéia que Jesus teria tido.
Especula-se, inclusive, que Jesus, sendo um sábio iniciado, possa ter estipulado o número de pessoas à mesa em 13 precisamente por causa da magia do número.
Nas cartas do tarô, o Arcano 13 é a carta da morte, até por uma possível associação com as letras hebraicas.
Estudantes da prática interpretam a carta como um sinal de mudanças do ponto de vista, de formas de viver, e profundas transformações internas e externas.
Mesmo quando se refere a morte física, na concepção religiosa, esta não representa um fim em si mesma, afinal os povos antigos viam a morte como transmutação, uma passagem para outro mundo ou plano de existência, em geral com uma conotação evolutiva.
Por esse motivo, as tradições de magia ocidental, como a Wicca (bruxaria moderna), sugerem o número de 13 participantes em rituais.